Friday, July 26, 2013

Sobre el oficio del periodismo

inquisidor, ra.
(Del lat. inquisitor, -oris).
1. adj. Que inquiere. U. t. c. s.
2. m. Juez eclesiástico que conocía de las causas de fe.
3. m. Hombre que hace indagación de algo para comprobar su realidad y sus circunstancias.
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española
Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de lo mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran. Gabriel García Márquez, Discurso ante la 52a Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa.
La cita anterior de lo dicho por Gabo ante la SIP acabó con mi idea de cómo comenzar a escribir un blog sobre periodismo sin mostrarme académico, lleno de humo egocentrista o uno más del montón en la blogósfera; claro que el nombre del blog llena estos tres requisitos de una manera superlativa y por eso, como dice el cantante de rock mexicano Ricky Luis, "Me siento muy bien".

En la lluvia de ideas que tuve para el nombre del blog tuve que hacer una búsqueda en Google de todas y cada una de las palabras que intentaba usar, "oficio periodístico" como decían y dicen mis colegas de los que aprendí el mismo, ya estaba ocupado; "catarsis periodística" un tanto llamativo y académico también ya lo estaban usando. Así que cuando llegué a inquisidor me sorprendió tanto que no se estuviera usando ya que fue muy común en el Siglo XIX para recordar a los santos padres que conocían las causas de la fe de siglos anteriores, y creo que se usó tal cual como El Inquisidor Mexicano, pero mi investigación no llegó hasta esos tiempos.

En cuanto a la temática del blog, pues aunque parece obvia acerca de periodismo no lo es; es sobre las noticias de aquí, de allá y de más allá, desde un punto de vista que podríamos decir que es de la persona común, ya que me considero una persona común, con una perspectiva de lo que me dejaron mis amigos desde principio de la década de 1980, cuando comence a aprender sobre el oficio del periodismo.

La mezcla del conocimiento aprendido en esos años, en la radio, luego en la prensa y de vuelta en la radio es muy interesante, ya que la radio te exige ser conciso y los medios impresos te piden ampliar la información hasta el más ínfimo detalle. El problema es que el internet es un subproducto de esos medios y tienes que ser conciso pero a la vez explicar todos los detalles o por lo menos señalarle a tus cuatro lectores el camino para buscar ampliar esa información y la red te permite hacerlo al colocar algún enlace para que vean de lo que estás hablando.

El Gabo en su discurso, que voy a volver a citar, hace mención del oficio del periodismo y cómo éste carecía del respaldo académico y se crearon las escuelas de comunicación. La vida me llevó a aprender el oficio en las dos áreas, en la práctica como reportero, y en la universidad estudiando comunicación; en la práctica conocí a personas de la vida pública y los reporteros que "cubrían la fuente", de unos aprendí señales de "apaga la grabadora" y te digo la realidad, y de los otros, el cómo converncerlos que me permitieran publicar parte de esa realidad. En la universidad aprendí los nombres de la forma en que escribía un trabajo: reportaje, crónica, artículo, es decir la teoría de lo que hacía en la vida diaria y la forma de expresarla. He aquí lo que dice Gabo:
La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.
Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más importantes: la creatividad y la práctica.
Una de las cosas que carecen muchos de los egresados de comunicación y algunos periodistas autodidactas es la base cultural, García Márquez lo destacó en la SIP:
La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo... como nosotros mismos lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
Y la práctica de la lectura es uno de esos vicios que causa adicción sin efectos colaterales, o tal vez algunos: cuestionar demasiado sobre lo que escuchas o lees en las noticias, argüir con las personas intentando imponer tu opinión, minucias mentales que provocan el enojo de los demás y te dicen que estás loco o si fumaste algún producto mexicano o colombiano.

Otra de las cosas que aprendes en la escuela es saber escribir, y la práctica te hace pulir el estilo. El saber leer y escribir, periodísticamente hablando, tiene sus bemoles; ambas acciones te permiten ir creando tu propio estilo y, si a eso le agregas la aplicación práctica, estás del otro lado.

Sin embargo, como dice Gabo:
La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.
¡Cáspita! Por algo García Márquez ha llegado a donde está. Sin embargo, mis maestros me inculcaron muchas de las virtudes requeridas para el periodismo y para la vida diaria, y eso se los agradezco.

Antes del internet (a.I) podíamos determinar bastante bien quién era la gente que había practicado el oficio periodístico y quién lo había aprendido en la universidad, pero ahora, después del internet (d.I), ya no se puede. Cualquiera escribe un blog (heme aquí), y entre más seguidores tiene, más famoso es (no puedo decir que 'heme aquí'); ya está por ahí el término "blogoperiodista", algunos son buenos no lo puedo negar, pero otros dan pena.

Los años en que caminé por las salas de prensa, platiqué con los reputados periodistas que ahora dirigen noticieros o periódicos nacionales, cuando por azares del destino entrené y dirigí periodistas, fueron bastante fructíferos, aprendí que la fama es la de la persona pública que uno entrevista, no la propia; la fama del periodista es un subproducto de la fama de los demás no es la de uno per se.

Al caminar por esta arena de la blogósfera, soy un grano más, pero tengo una ventaja sobre la mayoría del resto de los granitos de esta playa, aprendí el oficio en la calle, lo reforcé con los conocimientos de gente como Gonzalo Martín Vivaldi, Oriana Fallaci, Gabriel García Márquez, los colegas que conocí en las giras presidenciales mexicanas, gente de la radio, televisión y prensa que me enseñaron sin querer, unos, y otros queriendo, y los maestros de la universidad. Como dicen por ahí, "lo que bien se aprende nunca se olvida".

Les recomiendo que lean completo el discurso de García Márquez que he citado en parte, (hagan clic aquí) ya que está muy interesante ese punto de vista del Gabo con respecto al oficio del periodismo. Lo único que me queda por decir es:

Hasta la próxima,

2 comments:

  1. Bastante interesante tu punto de vista y sobre todo tus citas respecto al oficio que dicho sea de paso ejerces muy bien, tienes razón de más sobre el tema, no cualquiera es preiodísta, y que decir del que busca sus 5 minutos de fama (efímera), en alguna cita de Don Gabriel García Márquez dice " A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad" "Así somos y nada podrá redimirnos" , tal vez esa sea una causal por lo cual los buenos periodítas jamás dejarán de lado su valiosa profesión aún y cuando la vida misma los lleve por caminos nunca imaginados. Mis felicitaciones a ti por tan interesante blog, como muchos otros tuyos y de algunos otros blogueros, que tienes a bien citar son muy buenos con los cuales he podido deleitarme

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